A 22 años de haberse fundado el Colegio San Pedro Apóstol y más allá de su constante evolución, existe una llama que permanece viva en el corazón de quienes forman parte de él desde sus inicios, y que se enciende en cada una de las personas que se suman al proyecto: la de la pasión. Y junto a ella, los principales valores del Colegio: la vocación, la empatia, el trabajo en equipo, la calidez humana y la innovacion. Más allá de estos valores, también existe en toda la comunidad un fuerte sentido de pertenencia, que encarna sus orígenes en el lema del Colegio, su himno, el origen de su escudo, intactos desde el día en que este proyecto nació.
Nuestro nombre
Si bien somos una institución no confesional, fue San Pedro el apóstol elegido para que sus virtudes representen a nuestro Colegio. San Pedro, el primer discípulo de Cristo, encarnó virtudes desde las cuales queremos formar a nuestros alumnos.
Por virtud entendemos: fuerza, vigor o valor; poder o potestad de obrar, integridad de ánimo y bondad de vida, hábito y disposición del alma para las acciones conformes a la ley moral. De acuerdo con todos estos conceptos, podemos decir que virtuosos son los espíritus bienaventurados, cuyo nombre indica fuerza viril e indomable para cumplir las operaciones divinas.
Las virtudes cardinales son cuatro: prudencia, justicia, fortaleza y templanza; que son principios de otras en ellas contenidas: fe, esperanza y caridad.
Si analizamos la vida de Pedro, veremos que todas esas virtudes estaban dentro de él, hasta lo más profundo de su alma. Movido por el impulso de esta santidad, Pedro caminó descalzo cientos de kilómetros por todos los caminos llevando la palabra y ejemplos de la vida de Cristo. Lo hizo siempre con un amor inmaculado y sublime hacia él, hasta llegar voluntariamente al sacrificio de su vida.
Haremos un breve comentario histórico para poder llegar con coherencia hasta el final de su vida y poder explicar la grandeza de la sublime humildad y fe con que siempre obró y cumplió su misión:
San Pedro, quien fuera un humilde pescador de Galilea, recorrió Asia Menor, fundando muchas Iglesias en las provincias que visitó; estableció la Iglesia de Antioquía, de la cual fue su primer prelado, en donde los discípulos de Jesús fueron apellidados cristianos por primera vez. Partió enseguida a Roma. En la cuidad eterna, a la que llegó a mediados de siglo I, fundó su cátedra y desde entonces data su pontificiado que duró 25 años. Hizo también diversos viajes a Oriente y a Jerusalén; presidió allí el concilio del año 52, y regresó después a Roma.
Encerrado en la Iglesia Mamertina, hoy iglesia de San Pietro in Carcere, dícese que dos de sus guardias, viendo los milagros que hacía, se convirtieron, siendo bautizados por San Pedro. Los fieles de Roma rogaron al Apóstol que aprovechara un medio para evadirse que le habían proporcionado. Pedro aceptó, más al llegar a la puerta de la Cuidad se le apareció Cristo quien le dijo que iba a Roma a ser crucificado nuevamente. San Pedro, que comprendió el sentido de estas palabras, volviose a la prisión al instante, siendo condenado a morir en una Cruz, martirio que sufrió en el año 66, al mismo tiempo que San Pablo, durante el Gobierno del tirano Nerón.
San Pedro pidió que lo crucificaran cabeza abajo, temeroso de que se creyera que aspiraba a la gloria de sufrir idéntico suplicio que Jesucristo, merced que le fue concedida por sus verdugos. Éste puede ser considerado como un acto de sublime y santa humildad, que fue la virtud preponderante que lo caracterizó durante toda su vida.
Nuestro Lema
“Vitam impendere Vero”
Consagrar la vida a la verdad
Nuestro himno
Ven compañero, las estrellas
son nuestras, tan puras, tan bellas.
Dejemos el cálido hogar,
el espacio infinito es ahora el solar.
El mar, el aire, el río sinuoso
nos llama sutil y caudaloso
Timón y tiempo sofrenan el vuelo,
Infancia y hogar lloran el duelo.
San Pedro maestro abre el arcano
y las doradas llaves pone en mi mano.
Con su escudo protejo mi pecho
Con su cruz anticipo mi lecho.
Fútil vanidad me espera (me espera) en acecho
Igual mentira es sentirme desecho.
He decidido por esta noble hermandad,
“consagrar mi vida a la verdad”.
Letra: Dr. Orlando Miguel Torresán
Música: Vicente Moncho
Nuestro Escudo
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Nuestro escudo actual, luego de su rediseño y optimización.